lunes, 6 de octubre de 2008

Bienvenidos a Samaná, RD



Bienvenidos a la provincia de Samaná,península situada en la parte nordeste de la isla de Santo Domingo,entre la Bahía de Samaná al sur y la Bahía Escocesa y el Océano Atlántico al norte; al Este limita con el Océano Atlántico, y al Oeste con la zona cenagosa del Gran Estero, que la separa de la Cordillera Septentrional. Tiene un área aproximada de 768 kilómetros cuadrados.

Samaná es una de las provincias de mayor extensión costera del país, con un rfil montañoso y relieve accidentado, con espacios naturales y paisajísticos de bahías, cayos, playas arenosas, cabos, arrecifes, ensenadas, ríos, arroyos, cascadas,manantiales,lagunas y zonas cenagosas.

Los antiguos pobladores del lugar conformado por bucaneros y colonos franceses, españoles, africanos, haitianos, ingleses,y a finales del siglo XIX, llegan inmigrantes estadounidenses, negros libertos de Philadelphia, formando un mosaico de culturas y una fisonomía propia del samanés.

Su oferta turística esta constituida por bellas playas, como Las Galeras, El Rincón, El Aserradero, Anadel, Anacaona, Cossón, Playa Bonita , Las Terrenas, El Portillo, El Limón y El Valle; donde se realizan el buceo deportivo ( scuba ), la pesca turística y algunos deportes acuáticos. Cayo Levantado, balneario La Fuente, Salto del Río Los Cocos, la Cascada del Limón, y el Parque Nacional Los Haitises constituyen otros de los atractivos naturales turísticos de Samaná.

Ya en tierra, el aire se vuelve mucho más dulce, los olores de la isla atrapan la imaginación, el merengue calienta todos los sentidos y la suave amabilidad dominicana conseguirá deslizarle sin ningún esfuerzo hasta el lugar que usted elija para pasar unas vacaciones inolvidables.

Es la región más virgen de la República Dominicana ha conseguido crecer de espaldas al turismo de masas, manteniendo todavía intacta la riqueza de sus costumbres, defendiendo hasta la más simple de sus supersticiones y conservando sin ostentación la innata alegría de vivir que tienen los isleños. Celebrar la vida parece constituir el principal lema de Samaná y pronto descubrirá mil razones para hacerlo.

La furiosa belleza de la península embriaga desde el primer momento, y el sol, siempre presente, parece bendecirla cada día, desde sus salvajes costas de arena blanca, en las que es posible pasear tranquilamente hasta perderse, hasta sus vastos palmerales, donde el coco, principal riqueza de la isla, se convierte en el amo y señor del horizonte.

El reinicio del nuevo aeropuerto de Samaná el fulgor de los grandes complejos hoteleros,la region cobra fuerzas y vigor.
La capital de esta península es Santa Bárbara de Samana, construida en el año 1756 por el brigadier español Francisco Rubio Peñaranda, por entonces gobernador de la isla.
A comienzos del siglo XX un incendio borró todo rastro colonial y hoy es una ciudad moderna y coqueta que crece paralela a su bahía y al enorme puente –construcción del dictador Trujillo– que sigue la línea del horizonte y ofrece diversión ininterrumpida a niños y mayores.

Entre los restaurantes de comida criolla, puede observarse un anacronismo urbanístico, una pieza fuera de lugar. Es un templo blanco, traído de Inglaterra para albergar a la comunidad metodista. El nombre con el que los isleños han bautizado al intruso –La Churcha , del inglés “ church ”.

Entre su su rica gastronomía criolla,mezclada con las más inesperadas variantes. Esto ocurre en Santa Bárbara con el único restaurante asiático-precolombino.

El principal atractivo turístico de la ciudad de Santa Bárbara reside enla costa, es decir, en la visita que ésta recibe cada año durante los meses de diciembre a marzo: las ballenas jorobadas, un desfile inaudito y sorprendente que atrapa a expertos y profanos desde hace años. En la bahía de Santa Bárbara zarpan los botes –de todos los tipos, desde los más modestos hasta embarcaciones de lujo– que transportan al maravillado viajero hasta este espectáculo natural.

La segunda ciudad en importancia de Samaná, ubicada al norte de la península. Las Terrenas es el enclave más moderno del lugar y cuenta con una extensa colonia de extranjeros, especialmente franceses. Se nota sobre todo en el comercio: aquí están las mejores tiendas y las pastelerías más sofisticadas, pero también en la arquitectura del lugar, mucho más rica y cuidada. Las coloniales casitas de colores contrastan poderosamente con los más humildes hogares de los isleños.

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